LA GUERRA DE LAS GERMANIAS Y LA BATALLA DEL CASTILLO DE
CORBERA (VALENCIA)
Miguel Gómez Sahuquillo
EL CONFLICTO ARMADO
LA BATALLA FINAL DEL CASTILLO DE CORBERA
LA ADECUACIÓN DE LA FORTALEZA PARA LA BATALLA
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
(Arqueólogo)
RESUMEN: En
1519 estalla en Valencia la Guerra de las Germanías. Lo que en un principio fue
un movimiento reivindicativo de los gremios locales, terminó finalmente con un
conflicto bélico. En verano de 1521 las
tropas agermanadas asedian el castillo de Corbera. El duque de Gandia,
propietario de la fortaleza, se ve obligado a prepararlo para su defensa. Se
encarga de ello Pedro Çanoguera. Los agermanados Joan Caro y Esteve Urguellés
se presentan ante dicho castillo el 27 de junio. La batalla duró cuatro días,
causando bajas por ambos bandos. En julio, esta construcción militar fue de
nuevo saqueada. Su grado de destrucción fue tal que quedó en ruinas y
definitivamente se decidió abandonarlo.
SUMMARY:. The War of the Guilds (“Guerra de las Germanías”)
broke out in Valencia in 1519. Although it started as a protest of the local
guilds, it ended up as an armed conflict. In the summer of 1521 the troops of
the gilds or brotherhoods (“agermanadas”) besieged the castle of Corbera. The
Duke of Gandía, the owner of the fortress, was forced to prepare it for its
defence. Pedro Çanoguera was put in charge of the works. The “agermanados” Joan
Caro and Esteve Urguellés arrived to the mentioned castle the 27th of June. The
battle lasted four days and provoked casualties on both sides. In Julu, the
fortress was again looted. The degree of destruction was such that it was left
in ruins and definitively abandoned
El fuerte
carácter oligárquico de los municipios valencianos, al igual que en la capital
del reino; la decadencia gremial, acompañado todo ello en esta ciudad endeudada
por el aumento de la presión fiscal, se podría decir que fueron las causas
estructurales que desembocaron en el conflicto de las Germanías. Por otra
parte, son varios los factores coyunturales que llevarán a un conflicto armado.
Esta aceleración de acontecimientos son
ocasionados por el vació de poder tras la muerte de los Reyes Católicos
y la coronación de Carlos I como nuevo rey, un príncipe venido de Flandes con
su séquito de consejeros. También, las pestes y las epidemias provocaron la
huida en estampida de los dirigentes y por consiguiente se llegó a que el poder
estuviera vacío. Sumado todo, hay que añadir
los conflictos con los piratas berberiscos que atacaron las costas
levantinas desde el norte de África, situación que se agravó en 1519, lo que
hizo que el rey autorizara a armarse a los gremios de la ciudad de València.
Esta situación acabó con en el estallido de la Guerra de las Germanías.
La mala gestión de la cosa pública por parte de los “Jurats”
de la ciudad de Valencia, también contra los oficiales reales y contra los
nobles que abusaban de sus privilegios, hizo encender la mecha del malestar del
grupo de artesanos y otros miembros ante la situación, para ellos insostenible,
que se estaba viviendo y se plantearon reivindicaciones. Los distintos gremios
son convocados por Joan Llorens para formar un Hermanamiento o Germanía que
quedó establecida en 1519. Por su parte, el nuevo rey Carlos I deseaba
marcharse a Alemania para recibir la corona imperial, lo que encendió los
ánimos de los valencianos que veían esto como un hecho inconstitucional.
Adriano de Utrech por delegación del rey Carlos I, era quien tenía que jurar
los Fueros valencianos. Esto molestó de manera a la clase dirigente local que a
su vez recelaba de los agermanados ya que conservaban sus armas. Los gremios
aceptaron la delegación del rey en la persona de Adriano de Utrech para dicho
juramento de los Fueros y a cambio, el monarca accedió a que éstos últimos
conservaran su armamento. En 1520, los agermanados se constituyeron con la
“Junta dels Tretze”
. Se intentaba instaurar
un sistema donde estuviera prohibido el libre trabajo que no estuviera bajo el
control de los gremios, mientras que, por otro lado, las presiones de los
nobles hicieron decidirse al rey por ordenar el desarme agermanado. Éstos,
enviaron embajadores al rey y el monarca confirmó nuevamente el armamento de
los agermanados y a la vez intentaron también alterar la composición de “els
Jurats”
. Finalmente el rey, tras seguir recibiendo embajadas por ambos
bandos, se decantó por los nobles y
nombró Virrey de Valencia a Don Diego Hurtado de Mendoza, poniéndose en contra
de los agermanados. Antes de la elección de los Jurados, Carlos I envió una “Ceda”
en donde no había ningún artista ni menestral. A pesar de esto, los agermanados
presionaron a los “Jurats” y el 26 de mayo de 1520 se eligen dos caballeros,
dos ciudadanos pero además, un menestral y un artista. Disconforme con esta
elección, la nobleza envió una nueva embajada al monarca que se encontraba en
Gante. Enterado el rey de lo sucedido, se apresuró a anular la elección de los
“Jurats”. A partir de ese instante, el movimiento agermanado pasó a ser ilegal.
Es en este momento cuando las Germanías adquirieron un cariz más violento. El
Virrey, cumpliendo órdenes reales, ordenó a los agermanados que se disolvieran.
Estos se tornaron intransigentes y el Virrey se vio obligado a marcharse de
Valencia. Los agermanados pensaban en su triunfo y comenzaron a realizar
cambios en la administración de la ciudad. A partir del año siguiente, la
Germania se fue extendiendo a otros lugares del Reino de Valencia, llegando
incluso a Mallorca y a Murcia. La “Junta dels Tretze” se fue constituyendo también en otras ciudades del reino. Así,
Alzira y Xàtiva se agermanan en el mes de junio de 1520 y también lo hacen
después otras ciudades y poblaciones como Gandia, Ontinyent, LLiria o Sagunt.
Se extiende la Germanía entre 1520 y 1521 a Castelló, Elx y Orihuela. El
movimiento de las Germanías llega a casi todo el “Regne de València”.
Por parte realista, tras la marcha del Virrey de la ciudad
de Valencia, este comenzó a preparar su oposición contra la Germanía
valenciana. En Denia emitió un pregón donde instó a la población a enrolarse a
las tropas por la causa realista. Mientras, los agermanados hicieron lo mismo
en la capital valenciana. La guerra estalló en el verano de 1521. Esteve
Urguellés y Joan Caro se dirigen desde València con su ejército hacia Corbera
, localidad realista que pertenecía al
duque de Gandia, asaltaron su castillo y pusieron también sitio al de Xàtiva.
En este último, se encontraban tropas realistas refugiadas en la fortaleza, aún
a pesar de que la ciudad había tomado parte por los agermanados. Por su parte,
Miquel Estellés se dirige con su ejército hacia Sagunt, pero es vencido por el
gobernador de Castelló Ramstan de Viciano el cual logró derrotar a los
agermanados. Desde el Alto Palancia, el duque de Segorbe Alonso de Aragón, se
dirigió con su tropa hacia Almenara y se enfrentó con los agermanados,
capitaneados por Jaume Ros. Después, el duque, se unió al ejército de Ramstan
de Viciano. Esto ocurrió el 18 de julio de 1521, perdiendo así los agermanados
la gobernación de Castelló. A finales de este mismo mes, los agermanados a las
órdenes de Vicent Peris se enfrentaron en Gandia a los realistas, venciendo los
primeros en la Batalla de Vernisa y originando en estas tierras del señorío de
los Borja, el bautismo forzoso de los moriscos que habitaban en las alquerías
de dicho ducado. A partir de este momento, el movimiento agermanado comenzó a
perder unidad y sus líderes se ensartaron en discrepancias. Comenzaron entonces
los agermanados a sufrir derrotas. El Virrey y los nobles valencianos buscaron
ayuda castellana. Desde Murcia, el Marques de Velez tomó la ciudad de Orihuela.
Tras un largo asedio la ciudad capituló. Esto facilitó a los realistas su paso
hacia València, cayendo entonces en sus manos Elx, Alacant, Xixona y Biar,
llegando hasta Ontinyent. Recuperaron de esta manera la Gobernación de Orihuela
y parte también de las tierras y poblaciones de la Gobernación de Xàtiva. Ante
este estado de cosas, el territorio dominado por los agermanados quedó reducido
de la Vall d´Uixó hasta Ontinyent. En él quedaban tres ciudades importantes:
València, Alzira y Xàtiva.
En una
segunda fase de la guerra, el conflicto se radicalizó y alcanzó una mayor
crueldad. Los dirigentes moderados dejaron las riendas a otros con actitudes
mucho más severas. La “Junta dels Tretze” se disolvió en la ciudad de València
y pasó el poder al los “Jurats”, ostentando un cargo muy importante y fuerza
Vicent Peris, el cual se dirigió con su ejército a socorrer Xàtiva que esperaba
la llegada de los realistas para prestar batalla. En la capital, se obligó a bautizarse por la fuerza a los no
cristianos. Por su parte, el duque de Segorbe y Ramstan habían tomado Sagunt.
El Virrey a su vez, entró en València y proclamó un perdón general, excepto
para algunos cabecillas agermanados y también
de la “Junta dels Tretze”. Alzira y Xàtiva continuaron resistiendo y
fueron sitiadas por los realistas. El agermanado Vicent Peris, al regresar a
València en una aventura desesperada, logró congregar en su casa a unos
partidarios que provocó un duro enfrentamiento por las calles de la ciudad. Un
grupo de soldados realistas prendieron fuego a su casa. Vicent Peris se entregó
y fue detenido por el capitán Diego Ladrón de Guevara. El 3 de marzo de 1522,
el ejército realista entró en València y Peris fue ajusticiado junto con sus
compañeros.
Un
personaje conocido como “l´Encovert”, que se decía nieto de los Reyes Católicos
y que reclamaba el trono, hizo su aparición en Xàtiva. Proclamaba mensajes
apocalípticos y mesiánicos. Parece ser que también estuvo en la batalla del
castillo de Corbera, aunque no hay nada consistente al respecto. Cuando
“l´Encovert” llegó a València, fue asesinado en Burjassot por dos seguidores
suyos el 19 de mayo de 1522 para así cobrar la recompensa que ofrecía el
Virrey. En este mismo año de 1522, los agermanados habían sido derrotados en la
batalla de Bellús. Alzira y Xàtiva fueron finalmente tomadas por parte de las
tropas realistas. A su vez, el rey Carlos I había regresado a España. Fue
nombrada nueva Virreina Germana de Foix, esposa del duque de Calabria, cuyo
gobierno fue muy duro hasta su muerte en 1538.
Cuando
el conflicto estalló en el verano de 1521 Esteve Urguellés y Joan Caro se
dirigieron a Corbera a presentar batalla en la fortaleza
.
Fue durante este enfrentamiento cuando el castillo libró su última acción
bélica. La Baronía de Corbera pertenecía al duque de Gandía, Joan Borja, el
cual en esos momentos tenia sus tropas de nobles en la Vall d´Alfandech.
No hay que
poner en duda la importancia que tuvieron los castillos en su momento a la hora
de defender un territorio. En un castillo es de destacar su función militar y
su adecuación arquitectónica para su propia defensa. Para ello, la fortaleza
había de estar equipada con todo
aquello que fuera necesario y que garantizase así la defensa contra el enemigo
y su seguridad. Los castillos como el de Corbera, sólo tenían en tiempos de paz
una pequeña guarnición compuesta por unos pocos soldados o centinelas. Si el
enemigo acechaba, la guarnición aumentaba. De acondicionar el castillo se
encargaba el alcaide y debía prepararlo para su defensa.
Durante la Guerra de las Germanías, el castillo de Corbera
sufrió un fuerte asedio. En junio de 1521 los agermanados a las órdenes de Joan
Caro y Esteve Urgellés, llevaron sus tropas ante la construcción militar
de Corbera. Pero antes de esto se
dirigieron a Alzira. Estando en esta ciudad, los agermanados discutieron en
dónde dirigir su ejercito si a Sumacarcer o
las tierras del duque de Gandia en Corbera
.
El duque era uno de los enemigos principales de la germanía. Se pensó castigar
al duque sitiando la fortaleza de Corbera y saqueándola. Además se corrió
también la noticia de que los realistas habían hecho prisioneros a algunos
capitanes agermanados en Albalat y que estaban cautivos en el castillo de
Corbera. Uno de los motivos por los que se decidió arrasar Corbera y su
castillo es porque según Esteve Urgellés el castillo de Corbera albergaba
enormes riquezas y que sería fácil obtenerlas. Urguelles y sus seguidores se
habían propuesto saquear todas las fortificaciones que encontraran en su
camino. El realista Pedro Çagonera,
obedeciendo instrucciones de Duque de Gandia Joan Borja que se había enterado
de los movimientos de Joan Caro y Esteve Urgelles, se había encargado por su parte, de la custodia de dicha fortaleza y
se apresuró a fortificar el edificio militar equipándolo con el armamento
necesario para poder hacer frente a los agermanados. El duque de Gandia había
conocido la decisión de atacar el castillo de Corbera por medio de unos espías.
Ese fue el motivo por el que ordenó fortificar la fortaleza
.
Ordenó también que bajo las órdenes de Pedro Çagonera y de Mosen Pere Lluís
Escrivà, Cavaller de Sant Joan, Comendador y famoso ingeniero, constructor de
castillos, así como el Comendador
Vilanova y Andrés Porta, estuvieran
doscientos vasallos suyos. En dicho
castillo estaban los familiares de los alcaides de Callosa y Morella y también
de algunos nobles.
Por su parte, los habitantes de la Baronía de Corbera
eran una comunidad mixta de cristianos
y musulmanes, aunque en su mayoría en dicha población lo que más abundaban eran
los moriscos que trabajaban las tierras del señorío perteneciente al duque de
Gandia. Los moriscos entendieron que los agermanados iban en su contra y
temiendo lo peor abandonaron sus casas y se refugiaron en lugares más seguros.
Desatendiendo las órdenes de Joan Caro, prevalecieron los
intereses de Urgellés y de algunos oficiales que estaban a favor de este, y sin
esperar instrucciones de Caro, se decidieron marchar a sitiar Corbera. Ante
este motivo, la artillería les siguió posteriormente. Los soldados agermanados
llevaban pintadas unas cruces en sus ropas de color rojo para infundirles valor
a la manera de cómo las llevaban los antiguos cruzados. De esta manera,
pensaban que aumentaba su moral combativa como nuevos Cruzados de la Germanía.
Joan Caro y Esteve Urgellés llegaron a Corbera desde Alzira con un contingente
de cuatro mil soldados. Era el 27 de junio de 1521. A sus tropas se les habían
unido nuevos contingentes de las poblaciones cercanas. Pusieron cerco a la
fortaleza y comenzaron a atacarla por algunos flancos con cuatro piezas de
artillería. El combate fue muy duro, sobre todo la jornada del día 28, que fue
cuando los agermanados acercaron sus escaleras
a las almenas de la muralla, siendo rebatidos por los sitiados. Fueron
heridos en el combate los dos comendadores y murieron Juan Zaragoza y un
soldado de Polinyà, todos ellos defensores del castillo. Los sitiadores tuvieron nueve muertos y
muchos heridos
. Enterados el Virrey y
el duque de Gandia de los acontecimientos de Corbera, decidieron ir a socorrer
a los asediados pero Joan Caro prefirió
retirarse a Alzira, pues temió ser cortado por la retaguardia y levantó el
campo y el cerco al castillo de Corbera
.
Cuando se disponían por fin los realistas a ir a Corbera para socorrer a los
sitiados, Pedro Çanoguera les mandó noticias de la retirada de Caro. El asedio
de Corbera había durado cuatro días. Joan Caro había tenido una entrevista con
Don Jerónimo Vich, que se encontraba el monasterio de la Murta de Alzira, muy
próximo a Corbera. Jerónimo convenció a Joan Caro de levantar el cerco de
Corbera
. Este fue el motivo por el cual la “Junta
dels Tretze” privó a Joan Caro de nombrarle Capitán General y le fue concedido
a Sorolla.
Terminada la batalla, los agermanados intentaron
posteriormente asaltar el castillo varias veces. El mes siguiente, en julio,
los agermanados de Sueca, junto con otros volvieron a Corbera y con gran
violencia entraron en la fortaleza de Corbera y la saquearon. También hicieron
lo mismo con los enseres y pertenencias de los habitantes de la Baronía,
haciendo grandes destrozos
.
El asedio a Corbera durante la Guerra de la Germanías supuso
un revés para el futuro de la fortaleza. Aunque hubo varios intentos en años
posteriores para su recuperación, sus estructuras estaban tan dañadas que se
decidió finalmente no reconstruir el castillo y dejarlo como había quedado tras
la batalla y los saqueos de los agermanados. En 1580
se elaboró una relación de todo lo que
se mantenía en pie en la fortificación y de las posibles obras que se podían
realizar en la misma. Johan Salvador se encargó de describir de forma minuciosa
su estado
. En ese mismo año se
hizo también un inventario sobre las armas, municiones y puertas que había en
dicho castillo. También en los años 1581
y 1597
tenemos noticias sobre el interés en
reconstruir la fortaleza y saber en las condiciones en que esta se encontraba;
pero su lamentable estado hizo desistir de emprender obras y se optó por
abandonarlo. Y así, de esta manera, al cabo de poco tiempo quedó completamente
destruido. Finalmente, ya en 1640
el rey
Felipe IV, autorizó a los habitantes de Corbera a subir al castillo y recoger
aquello que les pueda servir para la construcción de la calle nueva de la villa
de Corbera, la actual Calle de Sant Vicent Mártir.
En la Edad
Media, las murallas y fortificaciones tuvieron una evolución lenta. No había
planes preestablecidos en su construcción sino, más bien coyunturales. En el
periodo renacentista la construcción de fortalezas se realizó con unos
criterios mucho más funcionales. Esto es debido al cambio de mentalidad que
llevó a la necesidad de reformar, si era necesario, las antiguas fortalezas
medievales. Ya desde el siglo XIV había hecho su aparición la artillería, que
obligó a cambiar la forma de combatir, ya que su poder de destrucción era
elevado. Los antiguos castillos y fortalezas del periodo medieval quedaron
obsoletos. La función y el propio diseño que estos tenían, ya no servía ante el
nuevo concepto de guerra con artillería. Era entonces necesario realizar
reformas en sus estructuras si se les quería mantener en uso para la defensa de
un lugar. En muchos de los casos como en el castillo de Corbera, esto hubo de
hacerse de manera urgente, ante un inminente ataque a dicha fortaleza durante
las Germanías. Lo único que se podía hacer en estos casos era acondicionar y preparar lo mejor posible
la vieja construcción militar para la defensa de artillería. En el caso de esta
fortificación de Corbera de origen islámico y con reformas de refuerzo de
algunos de sus muros en el periodo cristiano, si exceptuamos las obras
realizadas en diferentes épocas en su interior, la adecuación para su defensa
tuvo que ser rápida. Naturalmente, un castillo medieval como este, no estaba
preparado para soportar un asedio y menos un ataque de la artillería
agermanada. Si en este ataque, en vez de durar unos días y levantar los
agermanados el campamento de forma rápida ante la inminente llegada de las
tropas del duque de Gandia, se hubieran quedado manteniendo el sitio y
castigando con piezas de artillería sus flancos débiles, el castillo no hubiera
resistido por mucho tiempo. Este castillo, como muchos otros, ya no servia para
una guerra moderna como la que en ese momento se planteaba con el uso de la
artillería. Estas fortificaciones medievales habían sido diseñadas para
resistir acometidas donde se usaran máquinas neurobalísticas o armas arrojadizas. Con las prisas y con el
poco tiempo que disponía Pedro Çagonera o Lluis Escrivà, ingeniero y experto en
la construcción de castillos, no se pudieron realizar grandes obras destinadas
a moldear y adecuar a la fortaleza de Corbera para resistir una agresión con
armas de artillería. Naturalmente, no
se realizaron modificaciones notables en la fortificación, como frentes abaluartados
por poner un ejemplo, que pudieran dar mayor resistencia tras el impacto de un
proyectil de una máquina de artillería. Era lógico, no había tiempo. Sólo había
que acondicionar el castillo lo mejor y lo más rápido posible y que aguantase
el envite del enemigo. En el castillo
de Corbera se optó por robustecer los viejos muros para darles gran resistencia
y con piedras de mayor dureza. Parte de las
murallas del recinto militar crecieron en altura y en algunos tramos se
hicieron hasta más gruesas. Algunas de las almenas se fortalecieron o se
hicieron otras más grandes que las antiguas medievales y en ellas, en un tramo
de la muralla, no en toda, se practicaron aspilleras. También se actuó sobre
las murallas de la coracha, la torre albarrana y el cuerpo de guardia. Se
utilizó aquí la mampostería. Se anularon las antiguas almenas, al igual que en
la muralla principal y se practicaron aspilleras. Los muros de las dependencias
principales de la zona de la “celoquia”, donde se encuentra la casa del alcaide
o antiguo edifico gótico de varias plantas en forma de torre, sufrieron también
importantes reformas. Algunas puertas de acceso a estas estancias se anularon,
al igual que unas escaleras de daban acceso a la casa o torre. Este edificio
central fue preparado para la defensa y sus muros esta vez reforzados con
contrafuertes sólidos y pesados. Estos tienen un sistema constructivo diferente
al de los muros de la casa fortificada. Ello se observa por el tipo de
mampuesto y los ladrillos que se
utilizaron en su construcción. Conservan casi todo su revestimiento.
La orientación de la fortaleza en su eje mayor es
noroeste-sudeste. El cerramiento del castillo es una muralla dispuesta en
sistema de cremallera que esta coronada por almenas. Esta tiene una altura
aproximada de unos 15 metros. Se observan en su construcción diversos
materiales y sistemas constructivos pertenecientes a épocas distintas.
Mayoritariamente, todo el edificio es una construcción de tapial, técnica
basada en tierra compactada y cal mediante pisón y que se iba haciendo a tongadas.
Dependiendo de las dimensiones del cajón de encofrado, también lo son las de
cada tapial. Todo ello depende asimismo del lugar de su ubicación y su espesor.
Las tapias cristianas miden más de un metro y en su mayor parte siguen
conservando su revestimiento. En la zona sureste del recinto amurallado se
observa a simple vista el recrecimiento de la muralla. El muro gana en altura
al construir sobre una antigua hilada, otra línea de almenas mucho mayores. Es
en esta misma zona, donde en los tramos de muralla, se ven las últimas
reparaciones llevadas a cabo para la defensa del castillo durante las
Germanías. Observamos que el material empleado es semblante a los de los
contrafuertes del interior de la celoquia. Las dimensiones de los ladrillos son
similares, alrededor de 30x14x3´5 cm. y el revestimiento también es igual. La
altura de los cajones de encofrado es aproximadamente de unos 90 o 95 cm en
adelante y midiendo de largo el cajón entre 2´90 y 3´10 cm. Las aspilleras
practicadas en las almenas miden 44x30
cm. en el interior y 42x10 cm. en el exterior, con pequeñas diferencias entre
unas y otras. Las medidas realizadas en estos tramos de la muralla dan una
cierta uniformidad en su construcción. Vemos aquí, desde el punto de vista
metrológico, la aplicación del “palmo cristiano”. El “palmo” mide sobre unos
22´75 cm. y es la cuarta parte de una “vara” que es de 91 cm. Por este motivo,
un tapial de cuatro palmos tiene 91 cm. y cinco palmos son 114 cm. Por tanto,
es de suponer que el tapial, de más de 1 metro, sea cristiano. A esto, se
corresponde la última hilada de muro recrecido y almenas construidas sobre la
muralla, cuyas dimensiones son aún mucho mayores que las islámicas. En la parte
noreste las almenas son idénticas en cuanto sus dimensiones a los de la zona
sureste, pero a diferencia de estas últimas, no conserva el enlucido y están
construidas con ladrillos. Tienen aspilleras, mientras que las otras no las
tienen.
En medio de una crisis de subsistencia,
de pestes y epidemias, en el verano de 1519 estalló en València un conflicto
que desembocará en una guerra conocida como de las Germanías. Primero fue la
Germanía un movimiento reivindicativo incentivado por los gremios locales, que
desde la ciudad de València se fue extendiendo a otras localidades importantes
de su Reino. Terminó finalmente con un conflicto bélico donde se vieron
enfrontados dos bandos, por una parte los realistas, o sea la nobleza junto con
los mudéjares, y por otro lado, los agermanados. La guerra duró hasta 1523 en
que fue totalmente aplastada y algunos de sus dirigentes más representativos
ajusticiados.
Comenzada la guerra, en
verano de 1521, las tropas agermanadas pusieron sitio al castillo de Corbera.
Ante el inminente asedio y ataque del ejército comandado por Joan Caro y Esteve
Urguellés, el duque de Gandia y señor de la Baronía de Corbera, mandó
fortificar el castillo y disponerlo con todo lo necesario para su defensa. Se
encargó de ello Pedro Çagonera. El 27 de junio de ese año se presentó Joan Caro
ante la fortaleza de Corbera y dio comienzo el asedio y la batalla duró cuatro
días. Hubo bajas por ambos bandos. Joan Caro se entrevistó con Jeróni de Vich y
éste logró disuadir al agermanado para que levantara el cerco de Corbera y se
retirara. En julio, el castillo y la población de Corbera, fueron de nuevo
objeto de asaltos por parte de los agermanados, robando y saqueando todo lo que
encontraron a su paso.
El castillo, tras estos acontecimientos,
quedó en muy mal estado. Los daños en la propia estructura de la fortaleza
fueron importantes. Años después, se intentaron reparar los desperfectos pero
se encontraba ya muy derruido, por lo que se decidió no realizar obras de
reconstrucción en el castillo y
abandonarlo.
En las ruinas que hoy en día nos
muestra la fortaleza de Corbera, podemos observar las diferentes reparaciones
que ha sufrido este edificio militar y también en algunas estructuras, las obras de acondicionamiento y adecuación
para la defensa que se llevaron a cabo durante el conflicto con los
agermanados. Estudiando sus muros, vemos en la muralla la construcción de
algunas nuevas almenas, el recrecimiento de los muros o la anulación de otras
almenas medievales, escaleras, puertas ahora cegadas y la construcción de
nuevas estructuras para reforzar las ya existentes, como por ejemplo los
contrafuertes del edificio principal de la “celoquia”.
El golpe final que se le dio al castillo
fue la orden del rey Felipe IV de 1640, en donde autorizó a que los habitantes
de Corbera pudieran llevarse todo aquello que les fuera necesario para
construir la nueva calle de San Vicente de dicha localidad.
Este fue el fin definitivo del castillo
de Corbera. A partir de ese momento, quedó completamente abandonado y con el
paso del tiempo olvidado, llegando a ser lugar idóneo para actos vandálicos por
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